Después de la foto en la que aparece el poeta Javier Sicilia besando en la mejilla al senador Manlio Fabio Beltrones, presidente del senado, se ha desatado una enorme polemica. La izquierda identificada con AMLO y MORENA lo han criticado por tenue, por haberse sometido ante el poder, por pactar con él. Periodistas y moneros de La Jornada le espetan el haber traicionado el movimiento, de instaurar directrizes personales y de buscar el perdón como fin unico y con ello, haber relegado la justica a segundo plano. Antes del beso en la mejilla a Beltrones, fuimos testigos de un osculo en la mano de la procuradora general de la Republica, Marisela Morales, y como acto inaugural de estas demostraciones afectivas para con los ocupantes del poder federal, Sicilia abrazo a Calderón a la vez que le entregaba un escapulario como estandarte del dolor que ha generado su putrefacta guerra contra el narcotrafico en la población.
Esta serie de sucesos han desatado una avalancha de criticas al poeta, a sus formas y acciones. En sus inicios, posterior al asesinato de su hijo y de 4 jovenes más, el movimiento aglutino a activistas sociales como los Le Baron, Gallo, el obispo Solalinde, el EZLN, etc, su lema principal fue: ¡Estamos hasta la madre! para transformarse en un movimiento nomada llamado: Caravana por la paz con Justicia y Dignidad con el que llegaron al zócalo capitalino para hacer escuchar su voz y la de todos los mexicanos que han sido dañados por esta barbarie generalizada, ahí fue donde todo cambio.
Los manoteos, golpes a las mesas y gritos, emanados del coraje y la frustración de perder un hijo, han sido sustituidos por ejercisios de consuelo masivo, desahogo, inclusión y dialogo. Los encuentros sostenidos en el castillo de Chapultepec son muestra de ello, han sido reuniones en las que se promueve el dialogo y una aceptación de culpas por parte de los 3 poderes de la unión. El tono e intensidad del discurso de Sicilia han cambiado, se ha vuelto más moderado y tranquilo, las demandas se mantienen: cambiar la estrategia de combate al crimen organizado, que el gobierno asuma su responsabilidad y por ende ofrezca disculpas por todas las muertes de una guerra mal planeada, dar nombre a todos los muertos y desparecidos y que tengan una investigación que aclare los hechos, la reconstrucción del tejido social pero sobretodo, una paz con justicia y dignidad.
Lo que ha causado tanto revuelo no es el que enarbole la bandera de una de las mayores emergencias que actualmente vive el país, lo que polemiza son sus formas, se contraponen al sistema plitico mexicano, no actua como estamos acostumbrados a que lo hagan los politicos, por el contrario, Sicilia no encabeza el movimiento por gusto, sino que el asesinato de su hijo lo coloco ahí, tampoco persigue un cargo publico, el objetivo es un bien común, eso es lo que desentona.
El hecho de exigir que se pida perdón a los familiares de las victimas es una manera de cambiar la estrategia de combate al crimen, la violencia está presente en todos los medios y a toda horas, nos saturan con imagenes y texto que el pedir perdón y dar nombre a las victimas, que dejen de ser números, es dar un trato más humano a la debacle. El combate al crimen ha establecido como eje articulador la violencia contra las entidades criminales pero descuida aspectos más importantes como lo son la cohesión social, brindar oportunidades de empleo a toda la población, ofrecer educación a todos los jovenes en edad de estudiar, empleos bien pagados, en pocas palabras, dar una buena calidad de vida a la población.
Lo que el poeta hace es dar un rostro diferente a la protesta contra los artifices de la guerra, no busca la confrontación directa con ellos sino que estos se replanteen sus principios. Vivimos tiempos oscuros en los que el dinero y las posesiones materiales son sinonimos de plenitud y felicidad, proponer el acercamiento humano, reconstruir el tejido social y no ignorar lo legitimamente humano es lo que molesta, no tanto por el hecho de disentir sino el de apostar por algo diferente y relativamente nuevo en México.
Despues de las elecciones presidenciales del 2006, donde la población mexicana quedo totalmente polarizada entre buenos y malos, en violentos y pacifistas, el proponer al amor y al dialogo como vía de solución a un conflicto netamente violento es dar un giro en el timón, es ir hacia lo humano regresando de lo netamente material.